La mayoría de los habitantes de las islas del este de Brasil nunca habían oído hablar de Jesús, por lo que visitar su pueblo significaba proclamar el Evangelio a un grupo no alcanzado. Como ves, las islas están formadas por pequeñas comunidades de pescadores, y la gente vive a un ritmo muy lento. ¡Qué oportunidad única para compartir la Palabra de Dios!
Salimos para un día de evangelización, sintiéndonos a la vez ansiosos y tímidos, pues sabíamos poco de estas islas y de cómo respondería la gente a nuestra presencia en su comunidad. No queríamos parecer intrusos. ¿Nos rechazarían? ¿Nos pedirían que abandonáramos su isla? ¿Veríamos a Dios haciendo algo asombroso para llamar su atención? No teníamos ni idea.
Las respuestas no tardaron en llegar cuando João, uno de los miembros de nuestro equipo de evangelización, tuvo un encuentro único hablando con un grupo de pescadores locales.
Mientras caminábamos por el pueblo, João se dirigió hacia la última casa de una calle bulliciosa. La casa estaba situada justo enfrente de un bar, donde había tres hombres intimidantes. João sacó unas revistas Esperança y empezó a hablar con ellos. Preguntó si podía rezar, a lo que ellos respondieron: "No, no necesitamos rezar".
De repente, el dueño de la casa salió de detrás de la puerta entreabierta. João aprovechó para entregarle un ejemplar de la revista Esperança y se aventuró a preguntarle si podía rezar con él. El señor respondió: "No te hará daño.... sigue adelante y reza".
Entrelazado en su oración, João compartió el plan de salvación de Dios. Se aseguró de dar gracias a Dios por toda la Historia de la Redención. "Dios, enviaste a tu Hijo a morir por nuestros pecados, para que pudiéramos vivir contigo para siempre. Gracias por tu sacrificio y tu amor indefectible por cada uno de nosotros....".
Para sorpresa de João, cuando por fin abrió los ojos, las caras de los hombres habían cambiado. Sonreían e invitaron a João a sentarse y beber agua de coco con ellos.
Mientras sorbían sus bebidas, João siguió explicando cuál era el propósito de su equipo en la isla. Invitó al grupo a unirse a su equipo de divulgación para celebrar un servicio en la iglesia local con la que colaboraban.
Efectivamente, uno de los hombres -que en un principio había rechazado la petición de oración de João- cruzó las puertas del santuario apenas unas horas después. Allí conoció mejor a Jesús y su gracia salvadora a través del Evangelio.
¡El Señor hace maravillas! Sabemos que algo cambió para aquel severo pescador aquel día. Sólo Jesús puede transformar drásticamente un corazón tan endurecido a la Palabra.
—Mirtes (Representante de SWG en Brasil, Parafraseado)