De los archivos a la acción
De los archivos a la acción

Si eres como yo, cuando empiezas a conducir, enciendes el GPS. Lo tienes silenciado porque en realidad no lo necesitas, pero es agradable tenerlo. Pero entonces, en algún punto del camino, ves la temida señal. CAMINO CERRADO. Frenéticamente, miras el GPS para encontrar una ruta mejor. Tu corazón se acelera ante la idea de desviarte del camino conocido. Pero las maravillas de la tecnología encuentran un camino. Respiras hondo. Y sigues adelante.

Yo experimenté algo parecido cuando me senté a escribir este artículo.

Todo empezó con una idea. Me encargué el proyecto de revisar viejas cartas y correos electrónicos escritos a ShareWord Global para ver si podía encontrar historias que compartir. La mayoría de las cartas están escritas a mano, descoloridas por el tiempo, pero el corazón y las intenciones seguían siendo claramente legibles. Muchas eran peticiones de Biblias por correo electrónico. Las hojeé rápidamente, pues solían ser menos detalladas y menos personales.

Hice una pausa para tomar un sorbo de café y lo vi.

Mi propio nombre.

En septiembre de 2012, envié un correo electrónico a la entonces denominada Gedeones Internacionales de Canadá. Tenía una petición.

Había entablado amistad con una mujer a la que veía casi todos los días en el autobús. Con el tiempo surgió el tema de Dios, y me dijo que le costaba leer la Biblia porque la letra era muy pequeña. Sentía pasión por Dios y muchas ganas de saber más.

Me preguntaba: "¿Dónde dice esto en la Biblia?" "¿Qué dice sobre esta situación?".

Así que escribí a las únicas personas que conocía que regalaban Biblias. Pedí una Escritura en letra grande para que pudiera seguir aprendiendo sobre Dios y encontrar las respuestas a sus preguntas.

Y ahora aquí estoy, trabajando para ese mismo ministerio, leyendo el mismo correo electrónico que había escrito 11 años antes.

Ojalá supiera qué le ocurrió a mi amiga. No mantuvimos el contacto después de que yo me mudara al año siguiente. Pero sé que Dios nos juntó por una razón. Nos puso a las dos en esa misma ruta de autobús, sabiendo que nos ayudaríamos mutuamente.

Esto es lo que hacemos, ¿no? Se nos ha encomendado llegar a los que nos rodean y compartir el evangelio. Compartimos con nuestros amigos, seres queridos, desconocidos en el autobús, el amor que Dios nos ha dado junto con una copia de Su Palabra. Sabía que un día volvería a ver ese correo electrónico, y me recordaría que, sin lugar a dudas, soy Su siervo en todas las cosas.

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