"Del norte sale esplendor dorado; alrededor de Dios hay majestad imponente". (Job 37:22)

El pasado mes de febrero, mi amigo Ron y yo emprendimos un viaje de evangelización a los Territorios del Noroeste.

Cargamos nuestro camión con 70 cajas de Biblias y revistas bíblicas, la mitad para distribuirlas y la otra mitad para utilizarlas como herramientas ministeriales en Yellowknife este verano. Fue mediante mucha oración que Dios nos abrió la puerta para ir a ministrar a la gente que vive en el norte de Canadá.

No teníamos ni idea de cómo sería cada día. Dios nos proporcionó lugares donde alojarnos e iglesias que visitar, pero sólo Él conocía los detalles de lo que ocurriría. La historia de nuestro primer día de ministerio es un testimonio de ello.

Íbamos de camino a una ciudad llamada Hay River, pero decidimos parar antes en la comunidad de Meander River. Mientras visitábamos a algunos miembros de la comunidad, pronto nos dimos cuenta de que el pueblo estaba de luto. Acababan de sufrir la pérdida de una joven muy influyente y el funeral era esa misma tarde. Al descubrir esta tragedia, nos quedamos a pasar el día. Oramos con la gente, les animamos en su angustia y dimos revistas Esperanza a muchos. Fue maravilloso compartir las Escrituras con los que estaban en este momento de desesperanza.

Mientras nos alejábamos, me di cuenta de que sólo Dios había querido que visitáramos aquella comunidad en un día en que necesitaban desesperadamente oír las reconfortantes palabras de Cristo.

Esa misma semana, nos alojamos en casa de unos amigos que llevan más de 40 años ministrando en la zona de Yellowknife. Sirven junto a un equipo de increíbles misioneros, todos ellos trabajando humildemente para el Señor. Fue un privilegio poder ayudarles en su trabajo. Espero que hayamos sido una bendición tanto para estos hombres y mujeres fieles como ellos lo fueron para nosotros.

Tuvimos la oportunidad de hacer presentaciones en las iglesias locales, fomentando la afiliación y la GCP (Asociación Global de Iglesias). Fue muy especial unirnos en comunión con pastores, misioneros y miembros de las iglesias. Trabajan muy duro. En algunas zonas hay muy pocos cristianos, a menudo sólo uno o dos. Una pareja de misioneros compartió que a veces se sienten muy solos, y están muy agradecidos por tener Biblias y revistas Esperanza para su ministerio de evangelización.

No puedo evitar pensar en lo bueno que es nuestro Dios. Tiene siervos fieles plantados allá donde viajamos. Y todos y cada uno de ellos son una luz en su comunidad, satisfaciendo las necesidades espirituales de sus vecinos. Fue un honor servir con ellos durante un breve periodo de tiempo.

—Stan (parafraseado)