Las vacaciones de verano son una alegría para los niños ucranianos. Su ocio se vuelve muy diverso: juegos al aire libre, excursiones por el río, tomar el sol, viajes con sus padres al mar y, por supuesto... ¡un campamento de día!
A través de nuestra asociación con Mission Eurasia, jóvenes evangelistas viajan de pueblo en pueblo, compartiendo el evangelio con niños de todo el país. Este año, cientos de niños tienen la oportunidad de jugar y participar en actividades sociales al aire libre. Y lo mejor, ¡cada niño que asiste a un campamento recibe una revista Chispa y una Biblia infantil!
En el pueblo de Sokolovka, Ucrania, conocimos a una familia gitana muy interesante. Dos niñas de 11 y 12 años trajeron al campamento a sus tres hermanos pequeños, el menor de los cuales sólo tenía tres años. Al principio, los niños se sintieron muy incómodos. Pero, con el tiempo, jugaron tranquilamente entre los demás niños, hablando y riendo. Las niñas mayores cuidaban de sus hermanos y parecía que no era una carga para ellas ayudar a los pequeños a participar en los juegos, o incluso llevarlos en brazos. Los chicos, por su parte, eran muy obedientes. Eran respetuosos y no huían cuando se les pedía que se sentaran a escuchar la lección bíblica.
La cultura gitana no tiene una reputación positiva entre la mayoría de los ucranianos, y a menudo se da por sentado que los niños gitanos se portan mal y son indisciplinados. Pero esta familia demostró la inexactitud de este estereotipo. Se portaban de maravilla. Fue un buen recordatorio de que no hay que juzgar a las personas por su aspecto o su etnia. Todos somos personas hechas por Dios, y siempre debemos respetar a los que son diferentes de nosotros.
Mientras abrazaba a su hermano, la hija mayor, Sofía, nos contó que sueña con ser artista e inspirar al mundo con sus pinturas. Su hermano pequeño, que miraba atentamente una revista Chispa, parecía disfrutar con las coloridas imágenes. Para ayudar al niño a profundizar en las Escrituras, me incliné y señalé una página, pidiéndole simplemente que contara los animales. Me sorprendió que no entendiera lo que le pedía. Sofía me dijo que sus hermanos pequeños no sabían leer. Confundida, pregunté al niño por qué no leía, escribía o contaba, ni siquiera en la escuela. El chico no dijo nada, así que Sofía se encogió de hombros y nos contó que ninguno de sus hermanos había ido nunca a la escuela y explicó que sus padres no ganaban suficiente dinero para pagar las tasas.
Animamos a Sofía a que hablara a sus padres de Jesús y a que ellos mismos aprendieran leyendo la revista Chispa. Nuestra oración es que los padres de estos niños lean la Biblia y la revista Chispa en voz alta con toda su familia para que puedan crecer juntos en Cristo. Por favor, reza para que esta familia pueda encontrar los fondos necesarios para enviar a sus hijos a la escuela, y para que un día pidan a Jesús que entre en sus corazones para siempre.
—Igor (Parafraseado)
