Desde que Joshua tenía uso de razón, la lucha libre había sido una parte importante de su vida.
Siempre había destacado en ella y le había abierto muchas puertas en la escuela. Y como luchador aficionado, había constituido su identidad durante su juventud.
Pero últimamente había estado luchando contra un oponente diferente.
Al hacer balance de su vida, Joshua se dio cuenta de que el camino que llevaba le conduciría a la destrucción. Luchaba internamente por descubrir qué debía hacer con su vida y cómo podía vivir con un propósito.
Hasta que un día, mientras jugaba con sus amigos en un campo de fútbol, un grupo de la iglesia se acercó para hablar con él y sus amigos sobre Jesús.
Ninguno de sus amigos le escuchó, pero cuando este grupo empezó a compartir el Evangelio, sus palabras le llegaron a Josué al corazón. Su mensaje de esperanza y salvación eran exactamente las palabras que necesitaba oír en ese momento.
El grupo le dio una copia de las Escrituras y le preguntó si quería rezar. A partir de ese día, Josué se convirtió en un miembro regular de su iglesia. Aceptó a Jesús como su Señor y Salvador y, aunque su camino de fe acaba de empezar, ¡ya está recorriendo un sendero de esperanza iluminado por la Buena Nueva de Jesús!