En la cultura japonesa existe una forma de arte conocida como kintsugi. Cuando se rompe un plato o una taza delicados, en lugar de desechar los pedasos, se recogen las piezas. Estos trozos se vuelven a soldar con oro.

El plato vuelve a estar entero. Puede volver a funcionar, pero las cicatrices de su daño son visibles para siempre. En lugar de ocultar la rotura del plato, el oro llama la atención sobre las fracturas, creando belleza con los defectos.

Durante su último viaje de alcanza evangelístico a Zambia, Josie experimentó de primera mano la belleza de este arte.

Era el primer viaje GO de Josie, y se sentía un poco aprensiva evangelizando en un país en el que nunca había estado.

Cuando su equipo empezó a compartir la Palabra en las calles, conocieron a un joven. Los otros miembros eran los que más hablaban, y él parecía receptivo a lo que decían. Así que cuando oyó que la llamaban: "Hermana Josie, ven aquí", se sintió un poco confusa.

¿Qué querían de ella?

¿Qué podía aportar ella a la conversación?

Pero empezó a hablar con el hombre. Enseguida le dijo que estaba desesperado. Que se sentía como en un pozo rodeado de oscuridad y sin salida.

Josie se sintió identificada.

"Sé por lo que estás pasando", le dijo. "He estado en ese pozo y he sentido esa desesperación. En el pasado, incluso pensé en quitarme la vida".

El hombre se sintió conmovido. El sentía lo mismo.

Josie le aseguró: "Dios no promete que te quitará esos sentimientos de depresión. Pero sí promete que cuando sientas que estás en el pozo, Él estará a tu lado".

El hombre sonrió al oír esto y entregó su vida a Jesús. Esto era el kintsugi. Este hombre pudo ver la soldadura dorada en Josie, la luz de Cristo en ella y la Palabra dorada de Dios. A través de Josie, Cristo pudo comenzar la hermosa reparación en la vida de este hombre para que otros puedan ver de lo que Dios es capaz de hacer. Lo que Dios quiere hacer por la gente de Zambia y de todo el mundo.