Ver más allá de la oscuridad
Ver más allá de la oscuridad

¿Te impusieron tus padres un toque de queda cuando eras adolescente?

En algunas zonas remotas de la mundialmente conocida cordillera de Chile, los "Andes", sigue existiendo un toque de queda no oficial, impuesto a todas las personas independientemente de su edad.

¿Por qué?

Porque cualquiera que entre o salga de estos remotos territorios indígenas después del anochecer corre el riesgo de ser atacado, robado o incluso asesinado. Por ello, hay una presencia constante de soldados en la región, que patrullan las fronteras del territorio en un intento de mantener cierta paz.

El pastor Bernardo, líder de una de nuestras iglesias asociadas chilenas, sólo puede entrar y salir del territorio acompañado por otro pastor local. Visitante frecuente de la comunidad, el pastor Bernado se ha convertido en una persona de confianza, que comparte el evangelio cada vez utilizando las revistas Esperanza junto con otros recursos de las Escrituras.

Pero durante una visita en particular, el pastor Bernardo perdió la noción del tiempo. Ante el riesgo de quebrantar el toque de queda, y temiendo por su seguridad, el pastor compañero y la congregación le pidieron que se marchara inmediatamente.

Siguiendo su consejo, hizo las maletas y empezó a bajar por la estrecha carretera de tierra de la montaña, donde se encontró rápidamente con un puesto de control militar. De repente, once soldados rodearon su vehículo y le ordenaron que se detuviera.

Con las armas preparadas y listos para disparar, los soldados bombardearon al pastor Bernardo a preguntas.

"¿Quién eres?"

"¿Por qué has venido a esta zona peligrosa?".

"¿Qué hacías allí?"

"¿Por qué has vuelto tan tarde?"

Los soldados tenían motivos para hacer esas preguntas. Unos pirómanos habían prendido fuego a casas y vehículos cercanos, dejando a su paso voraces incendios forestales. Dado que los sospechosos seguían en libertad, los soldados estaban en alerta máxima. Y un hombre misterioso que conducía de noche por la zona levantó múltiples banderas rojas.

El pastor Bernardo intentó explicarse, pero los soldados no se dejaron convencer. Registraron su camioneta, convencidos de que traficaba con drogas o municiones, o ambas cosas. Pero lo único que encontraron fueron montones y montones de revistas Esperanza y Biblias.

Mientras los soldados investigaban las cajas de revistas, el pastor Bernardo experimentó una paz y una audacia inexplicables, una fuerza interior que sabía que sólo podía provenir del Espíritu Santo. Sabía que era una oportunidad que no podía desaprovechar: la oportunidad de compartir el amor de Cristo. Mientras el pastor compartía el mensaje del Evangelio entre los once soldados que estaban a su alrededor con las armas en alto, algo empezó a suceder. El Señor empezó a obrar en el corazón del teniente. Pidió que continuaran la conversación más cerca, en una ciudad cercana.

Una vez en un lugar más seguro, los soldados bajaron por fin la guardia. Se quitaron los cascos en reverencia a Dios mientras escuchaban la Buena Nueva. El pastor Bernardo compartió con cada uno de ellos las revistas Esperanza, las Biblias y la esperanza que pueden tener en una relación con Jesús.

Uno a uno, los soldados hablaron de sus luchas contra la ansiedad y la depresión. Las lágrimas corrían por sus rostros cuando hablaban de los riesgos que conllevaba su trabajo. No sabían si volverían a casa cada día.

Pero sintieron una paz interior mientras el pastor Bernardo les ministraba. Descubrir que Dios velaba por ellos y que se preocupaba por su bienestar les dio esperanza. Rezó con ellos mientras todos entregaban sus vidas a Jesús.

El pastor Bernardo sintió la mano de Dios en ese momento, y atravesó la puerta abierta que Dios le abrió para extender su ministerio a los miembros del ejército. El teniente, movido por el Espíritu a través de la conversación con el pastor, aceptó la petición del pastor Bernardo de proporcionar Escrituras y apoyo espiritual al resto de las tropas.

Para el pastor Bernardo, este incidente confirmó algo que ya sabía. Dios sigue llegando y tocando los corazones de la gente en las situaciones más difíciles. Incluso en medio del conflicto, la luz del Evangelio irrumpe.

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