Elissa se sentó sola un momento en un callejón cubierto de suciedad detrás de una iglesia en Mozambique. Su equipo de Gospel Outreach (GO) acababa de terminar su última actividad de divulgación y aún le quedaban dos revistas Hope en la mochila.

Contempló qué hacer con ellas y decidió pasar un rato en oración, pidiendo a Dios sabiduría y guía.

Esa noche, de camino a la cena de despedida del equipo, oyó una voz que la llamaba desde el otro lado de la calle.

Cuando miró, vio a una mujer vestida con ropa tradicional musulmana. Elissa sintió que era la respuesta de Dios a su oración.

Al cruzar la calle, la mujer se presentó como Fátima*.

«Tenía ganas de llamarte, no sé por qué. Mi vida es desesperada. Tengo seis hijos y no sé qué hacer. Ni siquiera puedo llevarlos a la escuela porque no tengo dinero», dijo Fátima.

«No sabía cómo podrías ayudarme, pero me sentí obligada a llamarte».

Elissa le dijo que podía ayudar compartiendo lo que llena su propia vida de esperanza. Sacó las dos revistas de su mochila y empezó a hablar del amor de Dios y del impacto que ha tenido en su vida. Mientras hablaba, los ojos de Fátima empezaron a llenarse de lágrimas.

«Me di cuenta de que tenías una luz diferente», dijo. «Me di cuenta cuando te llamé, y la ropa que llevaba no te asustó».

Elissa sonrió y abrazó a Fátima.

«Claro que no te tendría miedo. Eres mi hermana», respondió.

Las dos siguieron abrazadas, y Fátima se llevó las revistas Esperanza para seguir leyendo y descubriendo más cosas sobre el amor de Jesús por ella.