Me gustaría agradeceros sinceramente vuestro trabajo y vuestra misión de poner los recursos de las Escrituras a disposición de la gente. A través del Espíritu Santo, uno de vuestros pequeños Nuevos Testamentos rojos llegó a mis manos.
Clamé a Dios en un momento de angustia, preguntándole si era real y si quería darse a conocer a mí. Unos días después, un pensamiento tranquilo y persistente entró en mi mente. "Lee la Biblia". No sabía que ése era el comienzo de mi increíble y gozoso viaje hacia la salvación.
Hice caso a esta vocecita y miré en mi estantería. Estaba llena de material de lectura impío, del que ya me había deshecho. Escondido al fondo, había un ejemplar polvoriento del libro de respuestas del Nuevo Testamento. No recuerdo muy bien cómo llegó a mis manos, ¡pero sé que cambió mi vida, mi mente y mi espíritu! ¡Alabado sea el Señor!
Desde entonces le he pedido a Jesucristo que sea el Señor de mi vida y me he bautizado. Conozco a muchos no creyentes y apreciaría mucho la oportunidad de darles también a ellos un ejemplar de la Palabra de Dios. Rezo para que ellos también la lean y sean transformados en una nueva creación en Jesucristo. Espero que les lleve a la lectura diaria, como hizo conmigo.
—Natasha (parafraseado)